La cirrosis hepática se considera un problema de salud pública, siendo esta la cuarta causa de muerte en Europa. La progresión de la enfermedad se asocia con una disfunción inmunológica que favorece la aparición de complicaciones microbianas, que frecuentemente empeoran el pronóstico de la enfermedad. El acceso repetido de carga antigénica microbiana al hígado a través de la circulación portal, requiere el aclaramiento efectivo de esta carga potencialmente inmunogénica y como consecuencia estimula una activación crónica de la respuesta inflamatoria del sistema inmunitario hepático.
El daño hepático progresivo aumenta el riesgo de complicaciones clínicamente relevantes, como la hipertensión portal, la aparición de ascitis o incluso de encefalopatía hepática, que empeoran el pronóstico de la enfermedad, evolucionando de un estado compensado a uno descompensado. Durante este proceso hay una disociación de la respuesta inmunitaria. Por un lado, la necrosis progresiva de los hepatocitos induce una hiperactivación de la respuesta inflamatoria sistémica y la regulación negativa de las vías anti-inflamatorias. Por otro lado, la creciente carga antigénica derivada del intestino compromete la actividad de vigilancia inmunológica y favorece el agotamiento de la capacidad funcional de las células inmunitarias, lo que conduce a un estado inmunodeficiente (disminución de las capacidades fagocítica, de estallido respiratorio y antimicrobiana, entre otras).
En este contexto, nuestro grupo se centra en la comprensión de la respuesta inflamatoria local y sistémica que subyace a la progresión de la cirrosis, incluyendo el estudio de la carga antigénica intestinal que llega a través del eje intestino-hígado así como el papel de la actividad inmunitaria en las complicaciones neurocognitivas facilitadas por el eje hígado-cerebro durante la enfermedad hepática crónica avanzada.